En la novillada del abono sevillano, sólo un novillo de Guardiola resultó de calidad y lo aprovechó Agustín de Espartinas para componer una buena faena lo que le valió cortar una meritoria oreja en su despedida de novillero. Malos novillos tanto de Guardiola como los dos remiendos del Conde de la Maza y mucha inexperiencia y voluntad en los debutantes Fernando del Toro y Abel Valls.

Guardiola y Conde de la Maza / Agustín de Espartinas, Fernando del Toro y Abel Valls

Cuatro novillos de Guardiola Fantoni y dos, primero y quinto, del Conde de la Maza. En general bien presentados y muy pobres de casta y juego, excepto el cuarto, que fue excelente en la muleta. Segundo, tercero y sexto de Guardiola, sin fuerzas ni casta. Los del Conde, de poca clase.

Agustín de Espartinas: media estocada (silencio) y estocada (una oreja).
Fernando del Toro: media, pinchazo y seis descabellos (silencio tras dos avisos) y pinchazo y estocada baja (silencio).
Abel Valls: pinchazo y estocada contraria (silencio) y pinchazo, tendida y siete descabellos (silencio tras aviso).

Plaza de la Real Maestranza, 27 de abril de 2008. Más de media plaza. Destacó a caballo Antonio Prieto (hijo). Tarde calurosa.

Carlos Crivell.- Sevilla

Se despidió del escalafón de novilleros Agustín de Espartinas y la fortuna le tenía reservado el único novillo de la tarde con una embestida clara y boyante. El espartinero, único de la terna con recorrido en la profesión, aprovechó de manera inteligente este regalo del destino. Su labor con capote y muleta fue redonda y la oreja más que merecida.

Para poder realizar una faena tan buena, Agustín de Espartinas llevó la lidia del novillo cuarto con esmero y sapiencia. Se había ido de nuevo a portagayola en clara demostración de su total entrega. Las verónicas del saludo tuvieron sello de calidad, lo que en estos tiempos es un milagro. En un quite al sexto volvió a torear bien con el capote. Cuidó al novillo en el caballo. A la vista de cómo salía la novillada, blanda y descastada, no quiso que el animal se quebrantara en el peto. Llevó personalmente la lidia en banderillas para ahorrar capotazos.

El novillo, bien lidiado, llegó con las fuerzas suficientes y la calidad intacta al último tercio. Agustín se situó bien, adelantó la muleta y templó a un animal que se vino arriba. El torero bueno mejora siempre la condición de los toros. éste de encaste Villamarta se creció porque fue templado. Fue admirable cómo el buen pulso del torero obligó al animal a embestir con el morro por el albero en círculos completos. Agustín se sintió torero, se recreó en cada miletazo y compuso una bella faena digna de semejante novillo. Se ganó una oreja de verdadero peso en los días previos a su doctorado del jueves en su tierra de Espartinas. Le servirá para venirse arriba.

En la novillada no hay muchas más cosas que contar. Entre la mala calidad del ganado, flojos y descastados los de Guardiola, sin calidad los del Conde, y el escaso oficio de los otros dos noveles, el festejo fue una historia sin argumentos.

El mismo Agustín de Espartinas tropezó en primero lugar con uno del Conde que sólo daba cabezazos y al que no pudo templar. Fernando del Toro hizo un considerable y baldío esfuerzo. Tiene poco bagaje y se nota en la plaza. Con el segundo de la tarde sólo pudo lucirse en los remates de pecho. Se dejó algo el astado por el lado izquierdo, pro no humilló. Pasó un mal rato con la espada. El quinto, del Conde, fue un novillo con la cara alta. Fernando hizo una faena voluntariosa sin poder centrarse con el astado.

El castellonense Abel Valls es un novillero fornido con una estatura impropia para andar por el mundo de los toros. Se fue a portagayola con el tercero. Este animal no tenía fuerzas y el chaval no pudo darle ni un muletazo digno de tal nombre. Con el sexto, el desgarbado aspirante fue cogido varias veces sin consecuencias, hizo un esfuerzo y se arrimó mucho cuando el de Guardiola ya estaba parado. Torea con arrimones, pero el concepto clase torera no se ha podido comprobar en su debut sevillano. Tampoco parece que tenga el oficio aprendido, aunque ahora los novilleros llegan a la Maestranza a comprobar si suena la flauta en lugar de llegar ya curtidos en las plazas de los pueblos.

En definitiva, Agustín de Espartinas se llevó la perita en dulce de la cesta y demostró que sabe y que puede. Que tenga suerte en su nueva etapa como matador de toros.

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