Rafael Cerro aprovechó al único novillo de Espartaco con posibilidades, el tercero, al que le cortó la única oreja del festejo. Sus compañeros Álamo y López Simón no pasaron de voluntariosos.  

Espartaco / Juan del Álamo, López Simón y Rafael Cerro

Plaza de Sevilla, 15 de mayo de 2011. Media plaza. Seis novillos de Espartaco, bien presentados y de mal juego, salvo el buen tercero. A la novillada le faltó raza y fuerzas.
Juan del Álamo, de grana y oro, pinchazo, tendida y dos descabellos (silencio tras aviso). En el cuarto, pinchazo y tendida (saludos).
López Simón, de rioja y oro, pinchazo y estocada baja (silencio). En el quinto, estocada y cuatro descabellos (silencio).
Rafael Cerro, de espuma de mar y oro, pinchazo y estocada (una oreja).En el sexto, tres pinchazos y estocada atravesada y cuatro descabellos (silencio tras dos avisos).

Carlos Crivell.- Sevilla

La novillada de Espartaco no tuvo nada que ver con la de hace un año. Esta vez salieron los malos, los que no tenían ni clase ni fuerzas, novillos, ya toros por sus hechuras, que frenaron a un terna que despertaba ilusiones entre los aficionados. Sólo se dejó torear el tercero, algo que aprovechó muy bien el extremeño Rafael Cerro para volver a dejar constancia de sus posibilidades. El resto, unos mansos, otros parados, todos sin calidad.

Cerro tiene un buen concepto torero. Con el capote se gusta en la verónica fundamental. Se gustó en un quite por saltilleras. Domina más la muleta. La faena al tercero tuvo dos virtudes. Le supo dar tiempo al novillo y acertó en las distancias. Como le imprime a su estilo un aire muy clásico, los pases surgieron limpios y bellos, bien ligados, con algunos remates de pecho enormes por el trazo y el sentimiento. Toda la gama de adornos le salió bordada, sobre todo unos ayudados finales que abrocharon esta faena. Salió prendido del primer encuentro al matar, por fortuna sin consecuencias. Se llevó una oreja muy justa.

El sexto fue un toro que se pegó al piso y apneas embistió. Se llamaba ‘Rajadito’. Una vez más las reses hacen honor a su nombre. Aunque Cerro porfió, fue inútil lograr nada más que muletazos sueltos, que el animal tomó de forma violenta. Ahora falló mucho con la espada.

Juan del Álamo está en las puertas de la alternativa. El que abrió plaza era manso y rajado. Al salmantino no se le pudo juzgar, aunque con la espada no anduvo muy acertado. El cuarto se dejó algo más, lo que permitió al novillero instrumentar algunos muletazos de buen corte, aunque todo resultó muy deshilvanado. Alargó su labor y acabó embarullado.

López Simón se fue como vino. El primero de su lote, segundo de la tarde, fue manso y no se dejó torear por el lado derecho. La faena por el pitón zurdo fue embarullada por los cabezazos del animal. No hay nada que reprocharle al joven torero. Con el quinto pudo estar mejor. Lo recibió con cuatro derechazos de rodillas en el centro del ruedo. Ya enhiesto, López Simón toreó con una tremenda frialdad, los pases surgieron sin que casi nadie se percatara. Alargó la faena, estuvo voluntarioso, pero es posible que ese novillo tuviera una labor de mayor intensidad.

Foto: Arjona / Toromedia

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