El novillero Juan Sarrión, de Castellón, fue volteado en el segundo de la noche al realizar un quite y quedó conmocionado sobre el ruedo. La imagen del novillero sobre el albero, inmóvil, hizo presagiar lo peor. Fue llevado a la enfermería y desde allí evacuado al Hospital Virgen del Rocío para estudio neurológico.

Juan Duque cortó una oreja sin historia al tercero, mientras que Juan Cervera se la cortó al sexto en una labor poderosa e inteligente.

Seis erales de Sobral, bien presentados y de juego variado con predominio de la mansedumbre y el mal estilo.

Pedro Luis Cabrero, de Madrid, palmas tras aviso y silencio en el que mató por Sarrión. Juan Sarrión, de Castellón, cogido con pérdida de conocimiento.
Juan Duque, colombiano de la Escuela de Madrid, oreja tras aviso
Alfredo Bernabeu, de la Escuela Manuel Cascales de Murcia, silencio tras aviso.
Felipe Chamaco, de Sevilla, silencio tras dos avisos.
Juan Cervera, de Valencia, oreja tras aviso

Plaza de la Real Maestranza. 3ª de promoción. Media plaza. El novillero Juan Sarrión ingresó en la enfermería con una fuerte contusión en la región malar, mandibular y periorbitaria derecha con pérdida de conocimiento y reaccionando con fuerte agitación. Se le suministra benzodiozepina y se procede a su traslado consciente al Hospital de Traumatología Virgen del Rocío. Pronóstico Grave, pendiente de estudio neurológico y radiológico. Firmado Doctor Octavio Mulet

Carlos Crivell.- Sevilla

La tercera de promoción quedó marcada por el percance del levantino Juan Sarrión. El segundo de la noche lo revolcó al final de un quite por tafalleras. El cuerpo de Sarrión quedó inmóvil sobre el albero, cual fardo pesado lleno de acero. Sólo un temblor aparente de un brazo se podía vislumbrar desde el tendido. Alguien dijo que un banderillero le había sacado la lengua que le llegó a obstruir las vías respiratorias.  

El novillero fue traslado al hospital y allí se ha mantenido durante la jornada de ayer. El joven se recuperó totalmente y las pruebas descartaron lesiones cerebrales. Sólo un tremendo susto.

La novillada de Sobral, ganadería desconocida y que parece que está formada con reses de Cebada Gago, apenas colaboró con los aspirantes. Sobre el albero hubo mucha mansedumbre y mal estilo. Precisamente el causante del estropicio fue el de mejor condición en la muleta.

Lo más torero de la noche lo firmó Juan Cervera, de Valencia, que con un mal novillo anduvo sobrado por técnica, capacidad y valor. En sus manos el animalito pareció mejor. Bien situado, con la cabeza muy clara, desgranó una faena que sin poder ser preciosista fue emotiva. No pasó a la final y nos quedaremos sin ver en esta novillada del próximo jueves al único de los dieciocho participantes con posibilidades de ser torero en el futuro.

Al colombiano Pedro Duque le regalaron una oreja. El muchacho alternó algunas tandas de torero correcto con otras menos conseguidas. Todo ello, ante un manso huidizo. A pesar de matar mal, cortó una oreja que no tiene ningún fundamento.

El resto de participantes no dejaron apenas huella. Tal vez el murciano Alfredo Bernabeu puede salvarse porque estuvo firme con un novillo manso y con mal genio. El madrileño Pedro Luis Cabrero mató el suyo y el de Sarrión, que fue el de mejor condición. No está llamado para esta profesión tan complicada.

Y tampoco el portugués Felipe Chamaco, – portugués pero alumno de la Escuela de Sevilla – pudo centrarse ante otra prenda infame del género enviado por la “acreditada” divisa de Sobral. Instrumentó unas zapopinas (o lopecinas) movidas y vistosas, puso banderillas con desigual fortuna y naufragó con la muleta y la espada.

A la final pasaron Diego Fernández, de Madrid; David Galván, de Jerez, y Ángel Jiménez, de Écija, que lidiarán reses de Macandro. A Cervera no lo vieron los miembros del jurado. Que Dios les conserve la vista.

Foto: Matito

 

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