Carlos Crivell.– Ni el más recalcitrante de sus detractores, que los tiene a manojitos, podrá ahora utilizar argumentos como la desidia o el desinterés contra Ramón Valencia, gerente de la empresa Pagés, que en una semana ha realizado una verdadera reconstrucción en la Fiesta. Se suspendió abril un jueves por la noche y a los ocho días, sin avisos ni ruedas de prensa, ha parido los mismos carteles para septiembre en lo que es ciertamente un ciclo histórico. Nunca en la historia larga y fecunda de la Real Maestranza se habían celebrado festejos de tanto rango y en tal cantidad en la plaza de Sevilla por esas fechas.

Lo que ha hecho el empresario de la plaza hispalense no ha sido un corta y pega. Que nadie piense que acoplar los mismos carteles a otras fechas es una tarea fácil. Pero me consta que en la misma mañana del viernes 16 de abril ya había hablado con todos los apoderados de los toreros anunciados para organizar lo que debe ser un ciclo sin precedentes y que debe ser el epicentro de la temporada, sobre todo cuando nadie sabe a ciencia cierta lo que ocurrirá en Madrid. Y ocurra lo que ocurra en Las Ventas, haya otoño o no, Sevilla ya tiene los carteles en la calle.

El gestor sevillano se ha podido equivocar en alguna ocasión, eso es algo que le puede ocurrir a cualquiera, pero en este 2021 ha demostrado una manifiesta capacidad y los mayores anhelos para que Sevilla tenga sus corridas de toros del máximo nivel. Cuando presentó los carteles de abril y mayo, se dijo que seguro que tenía algún as en la manga para estar tan seguro y confiado. No lo tenía y así ha resultado el desenlace. Promocionó la feria, vendió entradas y organizó lo de los antígenos. Con el revés de la suspensión, a los ocho días presenta la feria de San Miguel más completa y atractiva de la historia. Ma gustaría que sus habituales críticos reconocieran que ahora ha acertado de pleno. Concentrar en esas fechas a tantas figuras era cuestión de sagacidad y rapidez de reflejos. Pero de los críticos eternos no espero una palabra de aliento. Todo tiene cabida, la crítica y el reconocimiento. Es la hora de admitir que Ramón Valencia ha dado un golpe de autoridad en la mesa.

Lo que más me ha asombrado de todos estos acontecimientos pasados es la fe del empresario. Ha sido el primer creyente en su obra, a veces por encima incluso de la de sus más cercanos colaboradores. Si todo va bien, sin nos vacunan a la mayoría, la Real Maestranza podrá tener una San Miguel con una ocupación del 75 por ciento, unas 9000 localidades, que es lo que merecen estos carteles que estamos deseando ver sobre el ruedo maestrante.

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