Luis Carlos Peris.– Vestido como solía vestirse su padre en las grandes solemnidades, de celeste y oro, Cayetano fue en la tarde zaragozana de víspera de la Virgen la viva estampa de su padre. Con la muleta en la izquierda y sin importarle el peligro sordo que llevaba en la barriga el toro de Juan Pedro, Cayetano tiró la moneda al aire y ganó. Caer herido como cayó el hijo de Paquirri es una forma de ganar la partida para todos los que creemos en la verdad de una fiesta en la que se muere de verdad. Imagen tremenda de torero macho chorreando sangre con el muslo roto cuando sin apenas mirarse montó la espada para irse tras ella. Y crujieron los tendidos de Pignatelli por una imagen de las que se quedan grabadas para siempre en esa parte de la retina en que no habita el olvido. La verdad en carne viva de una fiesta que ha de ser rehabilitada en este tiempo en que tanto nos estamos jugando.

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