Luis Carlos Peris.- Bilbao es con Sevilla, Madrid y alguna tarde Pamplona, cita táurica ineludible a mi saber y entender. Del resto no pasa nada si lo ignoro y ahora que ha terminado Bilbao, tras dolerme por el poco éxito de la taquilla, quiero rememorar el diálogo que en la tarde del sábado mantuvieron un torero riojano y un toro colorado, engatillado y guapo llamado Favorito. El riojano es ese Diego Urdiales que tanto le gusta a Curro Romero y que se ha convertido en un torero de culto porque en él se concentran el clasicismo, la naturalidad y el buen gusto. Y en la tarde del último sábado de agosto, Urdiales y Favorito, ejemplar de ese encaste Núñez que hoy mantienen los Lozano, dialogaron hasta poner bocabajo la bilbaína plaza de Vista Alegre. Descolgado de hombros y citando siempre a la distancia adecuada, el prodigio surgió y la Fiesta se vino arriba, como debe ser.