El toreo, la locura de perseguir un sueño
Gastón Ramírez Cuevas

Domingo 3 de diciembre

Al día siguiente de sumar un triunfo más en su exitosa campaña mexicana, tras cortar la única oreja del festejo del sábado en Querétaro, el sevillano Antonio Barrera concedió una entrevisa a burladero.es para hablar de su tauromaquia, sus ilusiones, el rumbo que desea que tome su carrera a partir del esfuerzo que está llevando a cabo, una vez más, en México.

P. ¿Si Belmonte tenía razón y se torea como se es, quién es Antonio Barrera?
R. Soy muy apasionado, siempre me entrego, lo doy todo. Soy un torero que sale siempre a la plaza con ilusión, con gusto.

P. Está usted haciendo una campaña mexicana a la antigua, ganándose los contratos a pulso y triunfando corrida a corrida. ¿Es usted un torero romántico?
R. Bueno, definitivamente sí. Soy un romántico del toreo. Para mí el toreo es todo. Necesito torear para vivir, no por las cosas materiales que el toro te aporte, eso es aparte. Pero yo fundamentalmente necesito del toreo para vivir, para crecer. Sentir que un toro te embista, que lo dominas, bailar con él, los olés, el aplauso, esas cosas son por las que soy torero. Además yo tengo un cariño enorme a la afición de México.

P. Es usted un torero agradecido. Todos los aficionados mexicanos recuerdan el brindis por TVE Internacional que les dedicó el día de su presentación y triunfo en Bilbao.
R. Se lo merecen. La gente aquí me adoptó de inmediato, hice grandes amigos que me ayudaron mucho y yo me he identificado con México, con su idiosincracia, con su gastronomía, con su forma de sentir y agradecer el toreo. Y creo que esa identificación la nota la gente. En dos años llegué a torear más de setenta festejos, logré abrir todas las puertas grandes de las plazas importantes de este país. El día de mi confirmación en la Plaza México fue magnífico. Recuerdo que en un momento llegué a ligar cinco remates por alto, por bajo, de frente, por la espalda, muy ceñidos; algo sensacional. ¡Cómo habrá sido que con un pinchazo y un descabello logré cortar una oreja!

P. ¿Cuándo lo veremos de nuevo en la Plaza México?
R. La empresa me ha dicho que toreo el domingo 10 o el 17 de este mes. Todavía no sé nada más, ni con quién alternaré ni qué toros voy a matar. Además voy a torear el día de Navidad la tradicional corrida de Tlaltenango, Zacatecas, con toros de Cerro Viejo. Originalmente pensaba regresar a casa después de la corrida de Querétaro, pero ahora cambiaron los planes y mi familia vendrá para pasar aquí las Navidades. Luego nos iremos a Sevilla a pasar el año nuevo. Es probable que regrese en enero y seguro vuelvo para la feria de Aguascalientes.

P. ¿Nos puede decir en qué toreros de antaño basa su toreo, a quiénes admira?
R. Todos los toreros hemos tenido que beber de la fuente de los que nos han antecedido. Supongo que Manolete fue realmente un monstruo. Pero ya más cerca, admiro a Paco Camino, a Antonio Ordóñez y a muchos otros como el maestro Paula. Mi cartel perfecto sería: Ordóñez, Camino y Manolo Martínez, porque cada uno tiene cosas que a mí me atraen. Uno como torero tiene que reconocer y aprender de los maestros, pero sin perder la originalidad, la personalidad que marca la diferencia. Nunca debe imitarse, eso acaba con los toreros.

P. Hablando de carteles, ¿con quién le gustaría alternar en Sevilla?
R. Mi cartel ideal sería un Domingo de Resurrección en el que se anunciara a Enrique Ponce, José Antonio Morante de la Puebla y Antonio Barrera.

P. ¿Se dice mucho que para ser torero hay que estar loco, es cierto?
R. Sí, en parte. Pero no es cualquier tipo de locura, es una peculiar. Jugarse la vida no es obvio. Hay que estar un poco loco para perseguir un sueño, dedicar tu vida a perseguir ese sueño, todo el tiempo, en cada plaza. Yo vivo de eso, de ir tras el sueño de consagrarme como figura.

P. Su estilo de torear, en mi opinión se basa en cargar la suerte…
R. Cargar la suerte es más que echar la pata adelante, es cargar el peso del cuerpo en la pierna de la salida, acompañando y templando. Más que otra cosa, es entregarse. Con el toro mexicano hay que hacerlo siempre para lucir más.

P. ¿Es correcto afirmar que la embestida del toro mexicano le ha dado a muchos toreros españoles, como Capea, etc. el sentido del temple?
R. Se nace con el temple. Sin embargo, aquí el toro tiene una recorrido muy largo y hay que aguantar mucho, pasárselo muy cerca y templar de principio a fin. Hay que llevarlo con la muleta en el hocico todo el tiempo, yo digo que hay que “transportarlos” con la muleta; que es diferente a lo que ocurre con la embestida del toro en España, donde muchas veces el toro se desplaza solo y no tiene tantas embestidas largas. Por eso son tan bonitos los olés de la afición mexicana, son largos y sentidos. Da gusto torear para un público tan sensible.

P. A usted le han castigado mucho por pisarle a los toros terrenos muy comprometidos. ¿Cuando se queda quieto, aun sintiendo que puede sobrevenir el percance, lo sabe?
R. Claro, uno está consciente de que aguantar tan cerca a toros que tienen peligro puede ser tremendo. Pero, yo no concibo quitarme del sitio, dejaría de ser quien soy. Ahora, también tengo la teoría de que se desegaña mucho a los toros aguantando y estando delante, así se puede sacar mucho más de ellos. Sin duda eso implica un esfuerzo mayor y más exposición.

P. ¿Usted torea para sí mismo?
R. Principalmente, sí. No creo que se pueda torear más a gusto que cuando uno torea para sí. Claro que a veces uno hace cosas para agradar al público, finalmente ellos han pagado por verte. Pero, torear es una cosa muy personal. Creo que si te gusta lo que haces y tratas de sacar lo mejor de tu oficio con arte, tanto uno como el aficionado disfrutan.

P. Por último, matador, Conchita Cintrón tituló uno de sus libros “Aprendiendo a Vivir”. Ahí narra cómo empezó a torear y lo que significó la fiesta en su vida. ¿Torear es aprender a vivir?
R. Todos los días, no existe una cosa más bella ni importante. Y se siente de todo, hay días en que te sientes el mejor, otros días se pasa mucho sufrimiento. De pronto estás sintiéndote un dios y luego, si las cosas no se dan bien, hay mucha tristeza. Indudablemente, torear es aprender a vivir.

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