La Palmosilla lidió una corrida encastada con dos toros de bandera, cuarto y sexto, que no recibieron el tratamiento adecuado a su calidad. Finito hizo un esuferzo y se negó a pasear las orejas. El Fandi puso en marcha su toreo y no estuvo a la altura del sensacional sexto. Rivera, cumplidor.   

Seis toros de La Palmosilla, bien presentados y de juego variado dentro del común denominador de la casta. Muy bueno, por noble y bravo, el cuarto. Noble y con movilidad, el segundo. Bravo y encastado, el sexto. Del resto, muy complicados tercero y quinto.

Finito de Córdoba: cuatro pinchazos y dos descabellos (silencio tras aviso) y estocada trasera y atravesada (dos orejas tras aviso que no paseó).
Rivera Ordóñez: estocada atravesada (saludos tras petición) y dos pinchazos y estocada (silencio).
El Fandi: pinchazo y estocada tendida (silencio) y estocada baja (dos orejas)

Plaza de Córdoba, 7ª de Feria. Más de media plaza. Finito y El Fandi salieron a hombros.

Carlos Crivell.- Córdoba

La noticia del festejo fueron dos toros bravos, el cuarto y el sexto, que por desgracia no recibieron el tratamiento que su calidad merecía. Es la penuria de la Fiesta. Salen toros bravos y no encuentran toreros capaces de torearlos de verdad.

Uno de esos toros, el cuarto, cayó en manos de Finito. Si este matador se encuentra hace unos años con el cuarto de La Palmosilla, la fiesta en la ciudad hubiera durado unos días. El jabonero fue maravilloso por bravura y casta. Finito hizo una faena de muy menos a más, el final fue precioso, pero no acabó de cuajarlo. Los paisanos le pidieron las orejas, el palco, faltaría más, las concedió y el torero ni dio la vuelta al ruedo.

Eso de cortar dos orejas y no dar la vuelta al ruedo parece que es el rechazo de Juan Serrano a un tratamiento con el que el matador no está contento. Cuando se premia a un torero, éste debe dar la vuelta para agradecerle al respetable los trofeos. Fue un feo gesto de Finito. No se entiende el motivo del enfado del torero, sobre todo después de que el público, en un alarde excesivo de cariño y generosidad, pidiera dos orejas por una faena buena a un toro de revolución y al que debió de cuajar a lo grande.

El cuarto fue un jabonero sucio que cumplió en el tercio de varas. Sus hechuras eran perfectas, pitones reunidos, bajo de cruz, un toro nacido para embestir. Finito toreo bien con el capote; lo ha hecho bien en toda la Feria. La faena fue muy larga. En las cuatro primeras tandas sobre la derecha, Finito vació y despegó hacia fuera una embestida con clase. Además, el torero toreó muy envarado con el compás muy abierto y movió los engaños a gran velocidad. De mitad de faena hacia adelante su labor ganó reposo, apareció el torero elegante y todo creció. Una tanda de naturales citando de frente con la pierna contraria adelantada fue lo mejor de este trasteo que acabó con detalles sueltos de indudable belleza. La estocada fue muy imperfecta, le dieron dos orejas y no las paseó. Los buenos aficionados valoran a Juan Serrano por su trayectoria, pero de un tiempo a esta parte no se parece en nada a quien tantas tardes de toreo grande les regaló. A pesar de las dos orejas, ese toro en otro tiempo hubiera sido de revolución. Y Finito lo sabe.

La corrida de La Palmosilla fue exigente porque sacó casta con todos los problemas que ello conlleva. Pero salieron dos toros enormes, cuarto y sexto, dos ejemplares que le dan gloria a una ganadería.

El segundo de la tarde fue bravo. Rivera, que lo recibió con dos largas y algunos lances excelentes, banderilleó con facilidad. La faena de muleta fue templada por la derecha con algunos muletazos de buen corte. A pesar de matarlo en la primera entrada, se le negó la oreja, cuando luego al mismo usía se le cayeron los pañuelos para darle dos a Finito.

Ni el primero ni el quinto fueron buenos. Finito hizo un esfuerzo para robarle pases a un toro con querencias a tablas. Rivera tropezó con uno que llevó siempre la cara alta y planteó muchos problemas.

Dentro de la variedad de La Palmosilla, el tercero fue un toro complicado, pero que pedía un torero para resolver los problemas. David Fandila no estuvo como se podría esperar en esta ocasión. Ni en banderillas pareció el torero de otras tardes. Sólo en el tercer par cuadró más centrado; los dos primeros los clavó a toro muy pasado. El toro pedía valor y firmeza. Pedirle a Fandila que se la jugara con ese toro puede parecer cruel. Pero el toreo es grandeza. El toro era mirón y complicado y desbordó al de Granada.

Pudo resarcirse en el sexto, el tercer toro bueno de la corrida. El Fandi meció ahora bien el capote en los lances y se esforzó en un quite variado. Puso las banderillas ahora mucho mejor, más espectacular y centrado. El toro sacó casta y El Fandi sólo pudo torear sobre la diestra, el lado bueno del toro. Fue buenísimo el astado, tanto que Fandila pudo relajarse sobre ese pitón como pocas veces lo habrá hecho. El animal era bravo; El Fandi hizo un esfuerzo, aunque fue una pena porque el animal pedía una muleta de calidad. Por el izquierdo, una tanda para cumplir. Y como postre, su habitual entrega y variedad. Le pegó un espadazo bajo y le dieron dos orejas propias de una plaza de talanquera.