El Juli, Perera y Talavante cortaron una oreja por cabeza en el Puerto a una buena corrida de Jandilla, en la que el clamor más intenso llegó en la faena al quinto de Perera, aunque falló con la espada. 

Jandilla / El Juli, Perera y Talavante

Plaza de toros de El Puerto, 7 de agosto de 2011. Más de media plaza. Seis toros de Jandilla, el cuarto y quinto con el hierro de Vegahermosa, bien presentados y de aceptable juego. En general, nobles y con los problemas de la casta. Buenos quinto y sexto. Saludaron en banderillas Joselito Gutiérrez, Guillermo Barbero, Niño de Leganés y Emilio Fernández.
El Juli, tabaco y oro, media estocada y descabello (saludos). En el cuarto, estocada corta (una oreja).
Miguel Ángel Perera, rioja y oro, estocada baja (una oreja). En el quinto, tres pinchazos y estocada caída (vuelta al ruedo).
Alejandro Talavante, verde y oro, pinchazo y estocada atravesada (saludos). En el sexto, estocada caída (una oreja).

Carlos Crivell.- El Puerto

El mismo cartel del día anterior en Huelva congregó a poco más de media plaza en la Real Plaza de El Puerto. El cartel merecía más, sobre todo después de lo sucedido en la plaza de La Merced. Los toreros mantuvieron el nivel mostrado, aunque el balance de resultados fuera diferente.

Se lidió una corrida de Jandilla exigente, con movilidad y problemas, nada de toros de embestidas pastueñas, que pedían a la terna una entrega total y su oficio al cien por cien.

El Juli tuvo una tarde discreta. Para el aficionado no es bueno verle dos tardes seguidas. Nadie puede poner en duda su técnica torera, la facilidad para enjaretar pases en cualquier terreno de la plaza, pero en esta ocasión es como si no hubiera pisado el acelerador. No lo hizo en el primero, que se apagó cuando el espada le puso la muleta por el lado izquierdo después de coserlo a derechazos. Como guinda negativa, un desarme y una faena larga que dejaron insatisfecho al tendido.

El cuarto tenía vibración en sus arrancadas. El Juli comenzó de forma admirable pro bajo, siguió con la derecha y tropezó con los problemas de un animal que nunca se metió en la muleta de verdad. El torero, muy habilidoso, se puso cerca, cambió la muleta por la espalda, ligó pases en una loseta y el público despertó. Tanto que tras una estocada de rápidos efectos pidieron dos orejas que el palco dejó en una con justicia. Fue un Juli en tono menor.
Perera no se dejó nada en el hotel. Tropezó con uno muy soso de entrada y anduvo templado sin llegar a emocionar. Bastó que se quedara parado a milímetros de los pitones en su arrimón final para que consiguiera la oreja.

Toda la lidia del excelente toro quinto fue un ejemplo de la tauromaquia del extremeño. Buenos lances de capa a la verónica, un quite por tafalleras, el clásico comienzo por la espalda en el centro del ruedo, para seguir con una faena por ambos pitones de calidad desigual. El toro tenía un son muy bueno y Perera tiró y tocó fuerte para descomponer al animal que acabó remiso en las embestidas. Como recurso final, otra vez muy cerca para enmendar lo anterior. Ese toro tenía una faena corta, intensa y torera. Está bien dejarse llegar los pitones a los muslos cuando el toro está ya casi muerto, pero a una figura se le debe exigir que toree. Tenía entregada a la plaza y se dedicó a dar pinchazos, que a veces llegan porque se ha abusado de los toros en la muleta.

Talavante no se entendió con el tercero, toro chico que se movió a su aire con la cara suelta. En alguna fase logró llevar más toreado al de Jandilla, pero el conjunto no pasó de discreto.

El sexto, toro con movilidad, le puso en apuros en los estatuarios del comienzo de faena. La primera tanda con la izquierda fue solemne, con al muñeca suelta y los vuelos desplegados. El de Jandilla tenía emoción, aunque quererse a tablas. El de Badajoz dibujó ahora pases de temple exquisito por el lado zurdo, pitón más claro del astado. El toro impuso los terrenos; Talavante puso el temple de sus telas. Todo acabó en tablas, carente de unidad y el toro huyendo del torero. La oreja fue justa.

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