Gastón Ramírez Cuevas (México).-Toros: Seis de Montecristo, todos sin un ápice de bravura. Fueron pitados en el arrastre el segundo, el tercero, el cuarto y el sexto. Se regalaron dos de Xajay, el séptimo fue premiado con un arrastre lento y el octavo fue abucheado.

Toreros: Fernando Ochoa, a su primero le pinchó cuatro veces y luego le recetó una entera, oyó un aviso. Al cuarto lo mató de pinchazo y bajonazo; leves pitos. Regaló un séptimo de Xajay con el que dio vuelta al ruedo, lo mató de pinchazo, estocada al encuentro y descabello para escuchar otro recado del biombo.
Fermín Spínola, pinchazo hondo, estocada un pelín caída con derrame y aviso en el segundo de la tarde; silencio. Al quinto lo despenó de buena estocada y le cortó una oreja protestada. Miguel Ángel Perera, un pinchazo y entera contraria en el tercero para salir al tercio. En el sexto de la lidia ordinaria le mandaron un aviso y pinchó hasta en cinco ocasiones antes de descabellar con acierto. En su toro de regalo mató de casi media estocada y fue aplaudido con tibieza.

Domingo 15 de febrero del 2009
Décimonovena corrida de la temporada de la Plaza de Toros México
 

El rabo de Perera y las orejas de sus alternantes -glorias de tardes pasadas- no movieron más que a unos doce mil aficionados para retratarse en taquillas y tendidos de la monumental de Insurgentes. Ni modo, la gente o no tiene dinero o no tiene afición. Claro que, visto el juego de los toros de lidia (?) de Germán Mercado, bien hicieron en ahorrarse el numerito los que permanecieron en casa y vieron el festejo por la tele.

Hubo mucho ánimo del público en el inicio del festejo: los tres toreros fueron sacados al tercio para recibir una sentida ovación antes de que la puerta de toriles empezara a dejar desfilar a unos bueyes de carreta que deben tener lleno de orgullo al ganadero. Por ganas, entrega y afición no quedó la cosa, pero… Vamos por partes:

Ochoa estuvo intermitente, gritón y animoso. Esto no vale mucho. De los de Mercado Lamm se llevó al mejor, el primero, pero no lo entendió a ley. Si bien el bicho era soso y manso, tenía manera de meterle mano. Se extrañó la clase que pareció apuntar el moreliano en otro domingo ya olvidado: cuando indultó a uno de Xajay, vacada antes dura y ahora de dulce bobaliconeria.

Atrevióse Ochoa a regalar un torito de Xajay que le ayudó como no lo habían hecho los de Montecristo, pero la falta de ligazón, los gritos y los pasitos innecesarios dieron al traste con una faena que hubiera podido ser fácil y decorosa. El bicho tenía movilidad y fijeza y la gente le coreó fuerte algunos muletazos. Hay que pensar mucho en lo que es este arte, en lo que es la difícil profesión del torero. Si se pegan muletazos buenos, a veces sí y a veces no con el mismo toro, la cosa no va por buen camino. En esto no basta la voz fuerte, no basta el lucimiento esporádico, hay que fajarse y tragar gustándose.

En el segundo espada, Fermín Spínola, hemos visto a un torero muy respetable, quien se entrega y porfía con clase y oficio aunque no le ayuden los cornúpetas. El diestro capitalino exprimió al máximo a sus dos enemigos, procurando torear de verdad. En su segundo, un arrimón con clase, momentos de verdad torera y una buena estocada le permitieron pasear merecida oreja. Habría que verle con toros de Tlaxcala, con toros bravos, y estoy seguro que no decepcionaría al más escéptico.

Perera es un torerazo, pero hoy fue engañado por los cantos de las sirenas ganaderas. No tuvo un animal a modo, ni los del sorteo original, ni el de regalo de Xajay le permitieron lucir. Nadie le quita el valor, ni la afición, ni ciertos pases de mucho peso, mas no es suficiente. Estos figurones de la Madre Patria deben buscar a algún veedor mexicano que les oriente en cuanto a qué ganaderías embisten, porque de que las hay, las hay.

El más torero de toda la tarde fue un muchacho que se viste -por convicción- de plata, es Armando Ramírez (el Bam-Bam), banderillero de la cuadrilla de Ochoa. El niño se desmonteró en el cuarto y en el séptimo, después de bregar impecablemente y de clavar en lo alto, saliendo de los pares andando con garbo y torería

Decían los viejos revisteros que había toros para el ganadero, toros para el torero, toros para el aficionado y toros para el carnicero. No hace falta mucha inteligencia para saber que hoy por la tarde todos los toros del señor Germán Mercado estaban dedicados a los matarifes. ¿Qué fue del pundonor ganadero? ¡vaya a saber!, es otra de las cosas que se llevaron el viento, la corrupción y la crisis.

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