La corrida de rejones de Jerez fue una lección de temple y elegancia de Fermín Bohórquez, gran triunfador de la corrida. Ventura, en su estilo aunque con dos orejas sin fundamento en el quinto. Manzanares está muy verde.
Bohórquez / Fermín Bohórquez, Diego Ventura y Manuel Manzanares
Plaza de toros de Jerez. 1ª de Feria. Media plaza. Seis toros de Fermín Bohórquez, correctos de presencia y de buen juego. Destacó el noble primero. Bohórquez y Ventura salieron a hombros.
Fermín Bohórquez, una oreja y una oreja.
Diego Ventura, saludos y dos orejas.
Manuel Manzanares, saludos y saludos.
Carlos Crivell.- Jerez
Una terna curiosa en Jerez para la corrida de rejones. La veteranía de Fermín, el presente de Diego Ventura y la juventud prometedora de Manuel Manzanares. Se podían comparar tres estilos de toreo a caballo. Sobre el ruedo cada caballero exhibió sus armas. De Fermín se podía esperar elegancia y sobriedad, pero ofreció algo más en una de sus mejores tardes en la plaza jerezana. Ventura fue fiel a su estilo, pero no estuvo fino en la muerte de sus dos astados. Manzanares se mostró cargado de buenas intenciones, aunque también con el punto lógico de inexperiencia propio de quien anda dando sus primeras cabalgadas. Todo ello con una corrida buena de Bohórquez, llena de nobleza y temple para realizar el toreo a caballo que ahora se estila.
Fermín Bohórquez está fuera de catálogo, es decir, que a estas alturas no compite por los lugares de privilegio del rejoneo, pero ello no es un obstáculo para sea capaz de ofrecer una tarde simplemente magistral. Así ocurrió en el que abrió plaza, donde todo fue justo, medido, templado y señorial. No hubo un tirón fuera de lugar; tampoco una carrera sin causa justificada. Esta exhibición de buen toreo a caballo en el toro que abre plaza tiene ese problema ya tan conocido: a la gente le cuesta entrar en situación. Esa labor fue premiada con justicia. Más tarde se pudo apreciar la magnitud de su faena cuando se comparó con el resto del festejo y su misma actuación en el cuarto.
En ese cuarto estuvo bien, aunque ya no con el mismo remate de las suertes. El caballo Melero animó su labor y, a pesar de matar pie a tierra, también cortó otra oreja, de mucho menos peso que la primera. Fue mejor caballero mejor que nunca. Sorprendente.
Diego Ventura puso sobre el ruedo toda su artillería equina. Nazarí y Ordóñez brillaron en el segundo. Faena intensa, vibrante y bien contada al público. No acertó en la muerte y el premio se evaporó. Con el quinto sacó a la gran estrella Pegaso, el caballo total, capaz de correr a dos pistas como el mejor, lo mismo que puede quebrar a dos metros en marcha atrás en una acción que levanta a las masas de sus asientos. Todo lo culminó con Milagro, caballo digno de su nombre, que dibujó muletazos en unos quiebros en los que se metió más de tres metros en los terrenos del toro. Fue Ventura fiel a su estilo; por tanto, sin sorpresas. Lo que llamó la atención fueron sus fallos con el rejón de muerte. Lo que fue increíble es que le concedieran dos orejas después de tres rejones de muerte. Un presidente de verbena que no está capacitado para subir al palco.
Manolo Manzanares luce con gallardía su escuela aprendida junto a Pablo Hermoso. Algunas de sus cabalgaduras lucen el hierro del navarro. Se mostró centrado y torero en su labor con el tercero. No le ayudó el animal, corto en sus arrancadas, pero anduvo el joven mostrando un nivel aceptable, solo perjudicado por el punto de inexperiencia que apareció a la hora de matar.
Todo su nerviosismo se manifestó en el sexto, donde marró más de la cuenta con los rejones y las banderillas. Se superó conforme avanzó su faena, sobre todo a la hora de clavar los palos. A este Manzanares a caballo le queda tiempo para llegar a competir con los de primera fila. Tampoco hubo sorpresas en su irregular tarde jerezana.