Leonardo_23-5-15Antonio Lorca.- Al más joven de la terna, Leonardo Hernández, se le nota que desborda ilusión y fortaleza, a pesar de estar encerrado en un cuerpo tan menudo. A él le son más necesarios los triunfos y pone el alma, el corazón y la vida en ellos. Persigue el éxito para acercarse a la cumbre y firmar contratos. Su actuación de ayer en Las Ventas fue todo un compendio de espectacularidad y riesgo, muy completa y torera, que le permitió abrir la puerta grande por segunda vez en siete días. Ahí es nada para un chaval a quien no le ha sido nada fácil llegar hasta aquí.

Aprovechó al máximo el mejor toro del encierro, el tercero, que persiguió con codicia a los caballos, lo que permitió al caballero lucirse en todos los tercios.

Así, resultó extraordinaria la secuencia del temple, casi a galope tendido, en una vuelta al ruedo, y un recorte espectacular por los adentros, que puso la plaza en pie. Volvió a las andadas con los quiebros, muy bien trazados y ejecutados y mejor vendidos. Un rejón en todo lo alto que provocó una muerte fulminante dio paso a mostrar las dos orejas de su oponente y que se le abriera la puerta del máximo triunfo en esta plaza.

Más sosegado ante el sexto, dictó una nueva lección de buen toreo, consiguió embeber a su manso oponente, y acertó a la hora de matar.

Hermoso de Mendoza está en otra dimensión, esa de la que disfrutan los grandes maestros que nada tienen ya que demostrar. Solo el pésimo manejo del rejón de muerte le impidió acompañar a hombros a su joven compañero. El tercio de banderillas que protagonizó en el quinto a lomos de Disparate fue un puro sueño. Ese es un caballo torerísimo y valiente, que ejecuta la llamada hermosina, que irradia una emoción indescriptible; después, Ícaro, que desafía al toro a centímetros de los pitones. Antes, ante el segundo toro, se lucieron Berlín y Dalí; y Pirata y Napoleón, y Churumay, toda una cuadra de magníficos artistas dirigidos por un gran torero que ayer no tuvo suerte.

El más veterano, Bohórquez, se despedía de esta plaza en su última temporada, y no disfrutó el adiós soñado. Es el último representante del rejoneo clásico, austero en las formas, elegante, pero le cuesta conectar con el público de hoy, y tampoco parece estar en plenitud de facultades. Destacó, habitual en él, con las banderillas a dos manos, y falló a la hora de la muerte, especialmente ante el muy manso cuarto.

Toros despuntados para rejoneo de San Pelayo, correctos de presentación, mansos y manejables.

Fermín Bohórquez: pinchazo y bajonazo trasero (silencio); dos pinchazos y rejón trasero (palmas).
Hermoso de Mendoza:</CF> dos pinchazos y rejón caído (silencio); cinco pinchazos y rejón trasero (ovación).
Leonardo Hernández:</CF> rejón en lo alto (dos orejas); rejón en lo alto (oreja). Salió a hombros por la puerta grande.
Plaza de Las Ventas. 23 de mayo. Decimosexta corrida de la feria de San Isidro. Lleno de ‘no hay billetes’. Asistió la infanta Elena.