Todos contentos, se cortó una oreja en el descuento y la masa se sintió satisfecha. Daniel Luque estuvo animoso, pero rapidillo y acelerado. Rivera, con oficio y El Fanfi, muy mal. Toros de tres ganaderías y uno bueno de El Torero.

La Palmosilla / Paquirri, El Fandi y Daniel Luque

Plaza de Málaga, 6ª de Feria. Dos tercios de plaza. Tres de La Palmosilla, tercero, quinto y sexto, bien presentados, flojos y justos de raza; dos de Salvador Domecq, 1º y 2º, nobles y flojos, y uno de El Torero, 4ª, lidiado como sobrero por el primero de La Palmosilla, lesionado de salida, bravo y noble.
Rivera Ordóñez “Paquirri”, azul pavo y oro, pinchazo y estocada (silencio). En el cuarto, pinchazo, estocada honda y descabello (saludos).
El Fandi, negro y oro, estocada tendida (silencio). En el quinto, estocada tendida (silencio).
Daniel Luque, nazareno y oro, estocada tendida y descabello (silencio). En el sexto, estocada trasera y caída (una oreja)

Carlos Crivell.-  Málaga

Le llamaron el cartel mediático cuando ya como tal sólo se puede considerar a Rivera Ordóñez. El Fandi no es mediático y tampoco lo es Daniel Luque. Se trataba de un cartel popular que no logró una entrada ni de los tres cuartos en La Malagueta.

La corrida fue un desbarajuste de toros. La Feria comenzó bajo el signo del toro bien presentado y ha degenerado en los típicos bailes de corrales tan propios de esta plaza. Se anunciaba La Palmosilla, sólo se aprobaron cuatro, el primero se lesionó de salida y se fue a los corrales, el quinto era un inválido que debió ser devuelto, aunque la actitud de su matador dejó mucho que desear. Es decir, que La Palmosilla naufragó de manera lamentable. Los de Salvador Domecq, muy flojos y sosos.

La alegría de la tarde fue un sobrero con el hierro de El Torero, lidiado en cuarto lugar que fue bravo en el caballo y noble. Fue la nota alegre de un tarde triste.

El público quiere música y orejas. El fin, para la masa, justifica que los medios si se consiguen sus ideales. La tarde defraudó a quienes buscan muchos pasodobles y algunas orejas. Y no es porque la banda no amenizara faenas que no existían, sino porque el más lerdo se percataba que los sones no acompañaban a un toreo lucido. Y de orejas, pues basta mirar la ficha.

Rivera se llevó el buen toro sobrero de El Torero y le hizo una faena muy reposada, llena de temple y demostrando una notable pulcritud lidiadora. A estas alturas de su carrera, Francisco es un profesional que solventa las papeletas con suficiencia, aunque es cierto que esa misma facilidad juega en su contra porque le cuesta llegar al tendido. Sin embargo, en la faena a este buen toro logró ligar algunas tandas con la derecha, muy desajustadas y periféricas, y el público reaccionó a su favor, hasta el punto de que podía haber cortado algún trofeo si acierta con la espada. No lo hizo y se fue de vacío.

El que mató en primer lugar, de Salvador Domecq, fue muy soso. Puso banderillas con un tercer par muy arriesgado en el que se dejó llegar el pitón muy cerca de la taleguilla. La faena no pudo remontar, toreó sin ajuste a distancia y lo mató.

El paso de David Fandila por La Malagueta se limitó a sus dos tercios de banderillas, correctos y sin excesos, y no hizo nada más. Fue un Fandila extraño, como si estuviera cansado, cosa que puede ser verdad porque ese ritmo tan vertiginoso de su toreo es complicado de mantener toda una temporada. Al segundo le hizo una faena en la que no se quedó quieto en ninguno de los mediocres muletazos que instrumentó. No fue una labor movida, fue más bien un bailoteo alrededor del toro, soso y descastado, pero que merecía un toreo más reposado.

Lo sucedido en el quinto tiene poca explicación. El toro había sido protestado por una presunta cojera. Después de las banderillas se limitó a intentarlo una vez y se fue por la espada. ¿Era El Fandi?

Daniel Luque se justificó en su labor con el sexto. Fue el único de La Palmosilla que tuvo algo de chispa y Luque realizó una faena para la galería, muy animosa, movidita, con algún empaque torero en las tandas y esa juvenil ilusión que atesora y logró el milagro que todos anhelaban: ¡una oreja! La euforia y la energía al pedir el trofeo era incontenible, como si ya con ese trofeo cogido con alfileres la masa se sintiera recompensada, como si así se sintieran satisfechos por el dinero abonado por ver una corrida de toros. Era la oreja que colmaba los deseos de quienes sólo están satisfechos con los despojos. Daniel Luque, correcto, pero este torero sabe torear muy bien y su versión malagueña de ayer fue la de un torero que buscaba a toda costa la oreja, algo muy honesto, pero que vuelve a poner sobre el tapete que no todas las orejas pueden tener el mismo valor.

Luque se erigió en triunfador del festejo. Con el tercero no pudo completar su labor ante un toro demasiado soso y descastado. Sus verónicas de salida a este tercero fueron de corte clásico, como las que este matador es capaz de ofrecer en sus buenas tardes. Se fue con su oreja, pero también se llevó para otro día su mejor versión torera.

Foto: Hugo Cortés

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