Lo advertí el otro día, medio en broma, medio en serio. Tras la epidemia de comunicados, yo tenía que emitir el mío. De seguro me voy a meter en terreno pantanoso, me voy a ganar la enemistad de muchos, “palmeros” y “agradaores” sobre todo, pero ha llegado la hora de posicionarse en un momento clave para el futuro de la fiesta.
Todo este drama, por llamarlo de alguna manera aunque puede terminar en él, ha venido motivado por la negativa de un grupo de toreros, denominados G5, a actuar durante la presente temporada en una plaza, y feria, emblemática como la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, alegando ante todo una mala o pésima gestión de la empresa Pagés.
Luego, ante la callada por respuesta de empresa y propietarios de la plaza, alguno de los “disidentes” trató de rectificar mediante un comunicado de prensa, con el único objetivo de quedar bien ante la opinión pública, alegando una falta de respeto de la empresa, no hacía él, sino a determinados compañeros. Días más tarde, otro de los “divergentes”, emitió otro comunicado poniendo en tela de juicio las formas empresariales de la empresa, así como su falta de sensibilidad y los entre bastidores de su contratación en ferias anteriores, manifestando incluso una falta de respeto de los empresarios al solicitarle una rebaja de sus honorarios. No dudo, que tarde o temprano aparecerán comunicados o notas de prensa de los restantes tres “huelguistas” en liza, para regocijo, o lamento, de unos y otros.
No nos vamos a posicionar al lado de nadie. Ni con Pagés, ni en su contra. Tampoco nos alinearemos con el G5, pero tampoco en frente de él. Solo daremos nuestra modesta opinión de todo este embrollo.
En primer lugar hay que decir que ante la demanda de respeto por parte de unos matadores, pedir que este sea reciproco, para con los propios compañeros, para con el toro, para con los espectadores y finalmente con la fiesta misma.
Primero respeto para todos los compañeros, no solo con los que forman el pelotón de cabeza. Respeto para todos, desde el primero al último. No es respeto hacía el compañero, el cerrar ferias y festejos desde principio de temporada. De esta forma los poderosos trust empresariales defienden sus intereses y los de sus poderdantes, no dejando hueco alguno en ferias para los toreros que puedan ir emergiendo temporada tras temporada, así como a otros que por merecimientos propios merecen mejor trato por parte de las empresas. Compañeros que llevados por su afición y deseo llegan a “mendigar” torear, cediendo ante presiones que en muchas ocasiones les lleva a hacerlo muy por debajo de lo que marcan los mínimos convenidos, dando lugar a un túnel que es aprovechado por muchos empresarios sin escrúpulos. ¿Respetan ellos a un compañero cuando ante una pobre entrada se empeñan en cobrar el 100% de lo estipulado? ¿Lo respetan cuando exigen el dinero convenido abusando de su posición no permitiendo al débil cobrar lo suyo? Las respuestas están claras.
¿Respetan este grupo de toreros al eje básico de la fiesta como es el toro? Exigen un toro cómodo, de un abanico de ganaderías que le son afectas y les permiten hacer y deshacer a su antojo. Han expulsado de las plazas y ferias al toro encastado, poderoso y lo que es peor, al toro integro. No hay nada más que ver fotos y más fotos. Toros sin remate, de pitones sospechosos de manipulación y ayunos de casta. Con sus exigencias están haciendo desaparecer sangres otrora señeras en el campo bravo, sangres o castas que acaban en el matadero o en las calles del levante español por unos precios muy por debajo del coste de criar un toro de lidia durante cuatro o cinco años. Únicamente son felices los cuatro o cinco ganaderos adeptos así como sus ganaderías satélites. Los demás, a vender por debajo de costes, o lo que es peor, enviar toros de saca, y más tarde vacas a los mataderos.
Y por último ¿respetan al aficionado? Creemos que en absoluto. Están divulgando una fiesta vulgar, descafeinada, adulterada y aburrida que manejan, como está quedando dicho, a su antojo. Han cercenado, y por ello faltando el respeto al que paga una entrada, un tercio de la lidia como es el de varas, el toro que imponen no lo permite, quedando una lidia carente de integridad en su trama argumental. Por este motivo al espectador ya se le falta el respeto, por ofrecerle un espectáculo incompleto. Pero lo más doloso es que en estos tiempos de crisis, que es para todos, cuando los sueldos y salarios se han visto rebajados en muchos bolsillos, cuando no se han perdido en su totalidad, los principales espadas sigan empeñados en no rebajar los suyos al solo efecto de rebajar el precio de las localidades, al objeto de que el público acuda a la plaza y no se aleje de ella por motivos económicos. Con invitar a los jóvenes a los toros no es suficiente. Se está educando a los que vienen en una fiesta que ha perdido la mayoría, por no decir que todos, sus valores. No se puede confundir la torería con un farias, unas patillas decimononas, un pañuelo de lunares anudado al cuello o vestirse de forma estrambótica, la torería es otra cosa.
En los tres párrafos anteriores se puede resumir lo siguiente: ¿Quién respeta a quién? La única respuesta puede ser que nadie respeta a la fiesta. Y vamos a dejarnos de comunicados y notas que el torero, si de verdad se precia de tener la categoría de figura, donde debe de emitir comunicados es sobre la arena, con capote, muleta y espada y sobre todo, delante de un TORO-TORO. Lo demás son mitos modernos.
Publicado en Córdoba Taurina.