Pase de pecho de Rafaelillo al primero. Foto: Eduardo Porcuna

Carlos Crivell.- Mientras presenciaba la corrida de toros de la Feria de Osuna por la retransmisión de Canal Sur, indagaba sobre el curso de la corrida que se celebraba a la misma hora en Jerez de la Frontera. Se decía que la corrida de Torrestrella jerezana era exigente y no salía de mi estupor al comprobar el juego de los toros de Cuadri en la centenaria plaza ursaonense. La corrida de Cuadri no la van a matar nunca en su vida ni Morante, ni Ortega ni Roca Rey, y dirán ellos que ni Dios lo permita. Eso sí que es dureza y exigencia. Esa corrida de Cuadri es la otra cara de la Fiesta, que también es necesaria mostrar en muchas ocasiones, solo que los beneficios de ponerse delante, lidiarla y pasaportarla apenas sirven para, en el mejor de los casos, volver a lidiar otra parecida en cualquier punto de la geografía española o francesa. Me preguntaba también si este rumbo de la Feria de Osuna es algo que se quiere perpetuar o, por el contrario, es una moda pasajera. Porque si un día hay dureza, la afición de la comarca puede exigir que haya otro día con ganado más dulce para poder ver torear como es estila en estos tiempos del siglo XXI.

La corrida de Cuadri fue imponente de presencia, solo con el defecto de que los pitones aparecieron muy escobillados, tal vez por las peleas que estos toros mantienen en los corrales. Toros cuajados, cinqueños, de badanas espléndidas, lomos rectos y cuartos traseros aparatosos. Y no solo fue su presencia, el comportamiento fue de toros listos, con casta, capaces de aprender en dos lances, pero también con posibilidades para ser lidiados por espadas con alguna experiencia.

El que anduvo por allí con mayor desparpajo fue el veterano Rafaelillo, que se enfrentó en primer lugar a un toro bravo, picado de forma admirable por Agustín Collado, con el que puso por delante su oficio con estos toros. Supo provocar las embestidas a base de algunos zapatillazos, intentó dejar la muleta colocada para ligar los pases y quedó claro que el agua no le llegó al cuello. El cuarto provocó un desconcierto en la plaza de salida. Se lo brindó a Espartaco padre. Toro muy fuerte y sin entrega, con el que el torero murciano volvió a estar listo en tandas robadas por el pitón derecho con mucha profesionalidad. Cortó la oreja del primero y se le pidió en el cuarto, pero el palco no se la concedió en un feo detalle.

Pepe Moral toreaba la primera del año. Lanceó con gusto al segundo, que luego le dio pocas posibilidades al quedarse muy aplomado, tal vez por el duro castigo recibido en varas. El quinto se adueñó del ruedo de salida. Fue un toro mirón pero humillador. Tumo mucho mérito el torero al fijarlo y conducir su embestida en muletazos por la derecha, aunque quedó la impresión de que el toro había ganado la partida. Se descompuso con la espada y se atascó con el descabello (la televisión omitió ese momento y es imposible cuantificarlo de forma numérica).

El tercero fue bien picado por Manuel Jesús Ruiz. Fue de los toros que se dejaron, bastaba con quedarse en el sitio y no dudarle. Esaú Fernández lo consiguió con temple por ambos pitones. Demostró que está capacitado para torear todo tipo de reses. De forma lastimosa falló con la espada. El sexto parecía lastimado y se derrumbó varias veces durante la lidia. A pesar de ello Esaú logró meterlo en algunas tandas esforzadas por ambos pitones.

Fue el espectáculo del toro duro y exigente. Tres gladiadores se pusieron delante con suerte dispar y capacidad diferente. No había lugar para la distracción. En la plaza había toros de los que ya casi no se ven en nuestros ruedos. La media plaza ocupada del coso de Osuna saboreó la emoción del toro de otros tiempos. Y eso está muy bien, pero en el menú de Osuna deben tener cabida este tipo de corridas y otras como la que decían que era muy exigente de Jerez, para ver torear como se torea hoy. Lo de ayer fue la otra cara de la Fiesta.

Plaza de toros de Osuna, 14 de mayo de 2022. Media plaza. Seis toros de Herederos de Celestino Cuadri, de exuberante presentación, duros, complicados y exigentes. Muy encastado el primero, con algunas posibilidades, tercero, cuarto y quinto.
Rafaelillo, de azul pavo y oro. Estocada (una oreja). En el cuarto, pinchazo, media perpendicular y un descabello (vuelta al ruedo tras petición).
Pepe Moral, de grana y oro. Pinchazo y estocada corta (silencio). En el quinto, dos pinchazos, media tendida y numerosos descabellos (silencio tras aviso).
Esaú Fernández, de azul marino y oro. Cuatro pinchazos y estocada baja (saludos). En el sexto, media estocada (silencio tras aviso).
Buenos puyazos de Agustín Collado, Manuel Jesús Ruiz Román y Juan Antonio Carbonell. En la brega, Curro Robles y Lipi.

A %d blogueros les gusta esto: