Álvaro Pastor Torres.- Los novilleros de Badajoz, Tomás Angulo y Tomás Campos superaron al representante de Seviilla en la primera de promoción en la Real Maestranza, celebrada en la noche del jueves con un tercio de plaza.

Plaza de toros de Sevilla. Jueves 30 de junio. 1ª novillada nocturna de promoción. Casi un tercio de plaza en noche muy calurosa. Antes de romper el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria del matador de toros Manolo Carmona.
Seis erales de “El Serrano”, desiguales de hechuras, con movilidad y motor, que se dejaron en su mayoría; destacaron primero, segundo y quinto.

Manuel Rodríguez (Escuela de Tauromaquia de Sevilla), de azul purísima y oro: estocada desprendida saliendo prendido (palmas tras aviso); casi entera atravesada (silencio tras aviso)

Tomás Angulo, de coral y oro: pinchazo, corta contraria y dos descabellos (saludos desde el tercio tras aviso); estocada (dos orejas)

Tomás Campos (Escuela Provincial de Tauromaquia de Badajoz), de azul vavo y oro: estocada (vuelta tras petición); estoconazo (oreja)

Badajoz puso los novilleros y Sevilla la música con las notas de la banda del maestro Tejera que tocó en cinco de los seis novillos lidiados.

Pasada la medianoche los muchos partidarios desplazados desde Llerena para ver a sus dos Tomases, Angulo y Campos, llevaban al primero en hombros por la calle del Áncora (hoy rotulada como Antonia Díaz) camino del hotel. Seguro que en ese momento el rubio novillero no se cambiaba por nadie. Y es que la mano que cogió la bola con los números de sus novillos deberían engarzarla con plata de las Indias, pues dio con el lote de la noche. Angulo no sacó todo el partido de su buen primero, segundo de la lidia, al que había recibido con el capote en el centro del ruedo con unos lances muy jaleados por sus paisanos que mejoraron de calidad por chicuelinas en competencia durante los quites con su paisano Campos. Pecó de instrumentar tandas cortas, y sobre todo, de ahogar la embestida larga y franca del utrero, si bien la faena remontó el vuelo al final. Se entretuvo con los aceros y saludó desde el tercio. Si aprovechó más al noble y repetidor quinto, con una faena inteligente que principió y terminó al alza, llegando a rozar momentos de brillantez a lo largo del medido trasteo.

Tomás Campos sorprendió con el saludo de capa al tercero: verónicas muy suaves y bien trazadas, rematadas con una media de cartel. No repitió el éxito con el percal en el que cerró plaza al torear con las manos muy altas. En primera faena, brindada a Eduardo Canorea, no alcanzó las cotas de brillantez que había apuntado con la capa. Con el último anduvo decidido y un pelín falto de temple ante un utrero bruscote. El sensacional volapié con el que hizo rodar sin puntilla al animal hizo que tocara pelo.

El palaciego Manuel Rodríguez en términos académicos podría calificarse con un “no progresa adecuadamente”. Acelerado y casi siempre mal colocado con el que abrió plaza, un buen y repetidor novillito. Poco dijo también en el cuarto tras una faena pasada de medida que terminó con dos achuchones y más apurado de la cuenta.

Fotografía: Tomás Angulo con las dos orejas del quinto. (Álvaro Pastor Torres)

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