Andrés Amorós.- La gente estaba deseando ver toros bravos y corte de orejas. Hoy ha visto tres toros y tres orejas, que pudieron ser el doble, si El Cid hubiera tenido una tarde más asentada y si el segundo de El Juli no se hubiera tambaleado, a la hora de la estocada.

Ha sonado hoy la música en cuatro toros. Esa música – a la que suele unirse la de algunas campanas – es una de las bellezas de la Maestranza. La música del toreo puede ser callada, como decía Bergamín, citando a San Juan. Pero la música de la banda no debe ser protagonista.
Con todos los respetos, no entiendo cómo basta que un toro haga un extraño y acose a un torero para que la música se corte. Remontar el éxito, después de eso, es muy difícil.

Hoy lo ha logrado El Juli en sus dos toros. Había conseguido ya dos orejas Talavante, con su quietud vertical, y el cuarto toro puso en serio peligro a su banderillero. En vez de amilanarse, lo brindó al público y mostró su madurez, su gran profesionalidad. Y también su casta torera.

Lo dijo don Antonio Chacón: "Yo soy como los toros de Saltillo, que, cuando me llega la sangre a la pezuña, embisto con más fuerza". Con esa fuerza de figura del toreo ha estado hoy El Juli en la Maestranza.
 

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