Manolo Grosso.- En la esplendida película de Francis Ford Coppola, el coronel Kurtz, interpretado por Marlon Brando, musitaba al final de la misma; “Esto es el horror” y desgraciadamente ayer era lo único que se me venia a la cabeza cada vez que salía un toro por los chiqueros. Esta claro que por esta senda a los toros le quedan dos telediarios. Sin casta, bravura y fuerza, carece de sentido el arte de torear. Ayer mas que una corrida, parecía un catalogo de desgracias zoológicas, dignas de una tesis doctoral para alguna Facultad de Veterinaria. Es inenarrable la cantidad de percances y circunstancias que convirtieron la corrida en un suplicio.

No me gustan las novelas basadas en maldiciones alquimistas y en historietas de secretos de los templarios y maldiciones varias, pero esta claro que en esta Feria debe de haber alguna perdida porque no es lógico que este pasando lo que esta pasando. Esta claro que los ganaderos deben de meditar sus elucubraciones y a lo mejor no les vendría mal un poco de humildad y dejasen de pensar en que son pequeños dioses capaces de controlar la naturaleza. Tanta aplicación científica a la cría de ganado bravo parece que no esta dando los resultados apetecidos, es mas se esta cargando la fiesta de toros.

También parece evidente que las partes interesadas económicamente en que esto funcione, es decir empresas y apoderados, deben de sentarse tranquilamente, a ser posible en un lejano y retirado convento del Tibet, y poner en común sus mantras respectivos a ver si se dan cuenta que esto se va al gárrete si seguimos la senda del “pequeño y dócil saltamontes”. Han intentado desvirtuar tanto la lucha del hombre con el toro que al final está siendo prácticamente imposible.

Ayer los toros estaban bien presentados, en líneas generales, casi todos derribaron a los caballos, algunos un par de veces, pero luego inexplicablemente empezaban las complicaciones. Miento, algunos fueron devueltos recién salidos, concretamente el primero y el segundo. El sobrero del Fandi opto por suicidarse y tuvo que ser apuntillado, su segundo toro quedo tetraplegico como por arte de magia al final de la faena. Los dos de Talavante no servían para nada, a pesar de la bellísima estampa que lucio su ultimo toro de capa sarda. Solo a Manzanares le sirvió su sobrero de “El Serrano”, para hacerle una faena con gusto, inteligencia, pero más propia de un enfermero que de un lidiador. No obstante el personal le pidió la oreja de forma mayoritaria y naturalmente se la concedieron. No estaba la cosa para enfadar aun más al respetable, pero así no vamos a ningún lado. Habrá que pensar en algo, no hay mas remedio.
 

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