Juan Manuel Albendea.- Las autoridades de sanidad ganadera ya han confirmado que lo que padece la cabaña de bravo es una epidemia denominada gripe bovina. Hasta que el domingo no se lidien los miuras no sabremos si estamos en presencia de una simple epidemia o de una pandemia. ¿Cuál es la sintomatología de esa enfermedad? Comportamientos muy extraños. Algunos animales tratan de imitar a sus congéneres del circo y dan piruetas en el albero, ora sirviendo de palanca su cornamenta, ora apoyándose en los cuartos traseros, lo que, comúnmente es peligroso para mantener su equilibrio y poder culminar la pelea en la lidia. Otro síntoma es un vivo deseo de aislamiento, por lo que quieren permanecer lo más lejos posible de los toreros. En los casos más graves, el animal no aguanta la totalidad de la lidia y muere en el ruedo, sin necesidad de entrarle a matar. Ya es la segunda vez que ocurre en esta feria. Y ¿afecta la enfermedad a los espectadores de las plazas de toros? Naturalmente. Los síntomas a los humanos es diferente que a los animales. Normalmente produce sopor que se agudiza a medida que va pasando la tarde. Otro síntoma es que produce irritabilidad, aunque el grado de la misma es muy diferente, según las zonas. Por ejemplo, en Sevilla, la irritabilidad se manifiesta levemente. Sin embargo, en otros sitios como por ejemplo en Madrid, la irritabilidad es tan acendrada que a veces tiene que intervenir la fuerza pública o los servicios de enfermería para inyectar al afectado algún calmante.

¿Y qué se puede hacer? Pues varias cosas. Una importante es que de los reglamentos taurinos tanto el estatal como los de las Comunidades Autónomas se suprima la limitación de dos sobreros. Ayer, se agotó el límite y si no es por la benevolencia de la presidenta de no devolver más toros, no sabemos que hubiera pasado si el público se entera que no tenía derecho a más sobreros. Otra medida: hay que volver a los tres puyazos de toda la vida, no a los dos encuentros. Si el toro no los aguanta, pues morirá en manos de los picadores para la vergüenza de toreros, ganaderos, veedores, etc. Y con el tiempo acabarán echando toros que los aguanten. Otra medida: que los ganaderos al comienzo de la temporada hagan público el coeficiente de consanguinidad de cada uno de los toros que se van a lidiar. Por ahí, por la endogamia excesiva de muy pocos encastes está el problema que estamos padeciendo.

Y qué decimos de la corrida de ayer. Pues que hubo dos sobreros, de Gavira y El Serrano. El de Gavira no se dejó matar. Se murió antes por la gripe. Y ninguno, ni los de Torrealta ni los sobreros fueron buenos. Una buena faena de Manzanares desdibujada por la escasez de casta y pujanza del sobrero de El Serrano. Me parece bien que se le diera la oreja, pero con poco nos conformamos.

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