Manolo Grosso.- Tengo una gran admiración por ese número importante de toreros que se mueven en los lugares intermedios y bajos del escalafón taurino. Admiro su dedicación y su tremenda afición, algunos vienen ya de vuelta, otros empiezan y ya intuyen que difícilmente llegaran a figuras del toreo. Todos esperan, aun a sabiendas que difícilmente llegará, esa oportunidad que cambie el signo de sus vidas. No pueden exigir ni ganaderías ni honorarios, y sin embargo continúan con fe inquebrantable entrenando todos los días del año, para cuando llegue ese momento esperado. Es la cara más real de la fiesta y también la más dura, por eso les tengo un respeto inmenso y si me lo permiten un cariño muy especial. Dicho esto, ayer en la Maestranza no se produjo ese albadonadonazo que los tres espadas necesitaban para salir de los espacios que ocupan.

José Luís Pereda mandó una corrida donde destacaron sobre todo los de pelo colorado, algunos de ellos para haber montado un autentico escándalo, pero por un motivo u otro la cosa no llego a mayores. Curro Díaz, que nadie le discute su gusto toreando, se dejo machacar el primero para luego darle una lidia desastrosa. Es su sensacional segundo perecía que era el propio animal quien le iba indicando lo que tenia que hacer. Aquí estuvo bien, sobre todo en unos circulares de lentitud pasmosa y algunas fases de su faena, pero luego le propino un feísimo metisaca y una buena estocada. Momentos antes había salido a trompicones de la cara del toro, que afortunadamente no acabo en cogida, pero le sirvió para que la gente estuviera con él y de paso cortara una oreja, que a mi personalmente se me antojo excesiva para Sevilla, aunque admito que había una buena petición por parte del respetable. No obstante y tal y como estaba la tarde el debió de redondear su faena, sobre todo porque tuvo enfrente a un colaborador amigable con un temple perfecto para su toreo.

Miguel Abellán, estuvo francamente bien en su primero, yo casi me atrevería a decir que es el mejor toro que le he visto en Sevilla. Se le ve maduro y mucho más relajado que en temporadas anteriores, lastima que fallara con el estoque y todo se quedara en una vuelta al ruedo. Con su segundo, un manso de libro en el que no había nada que hacer, el demostró que esta en un buen momento. Cesar Rincón que siempre nos deja un buen sabor de boca, no acabo de acoplarse en su primero, bastante bueno por cierto y en su segundo que servia para bien poco, opto por abreviar cosa que la gente le agradeció ante las inclemencias del tiempo. En definitiva una corrida llena de detalles, de ilusión y ganas por parte de los toreros, pero que desgraciadamente les va a servir de poco en su carrera profesional. Para ellos la vida seguirá igual, incluso tras la oreja cortada por Curro Díaz y a que salieron al menos tres toros a los que debieron desorejar estos honrados matadores de toros.

Texto publicado en El Mundo el 19-4-09

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