La cornada que recibió en torero mexicano Arturo Macías fue la noticia de la sexta del abono sevillano. La corrida de Palha fue muy mala. Sus compañeros, Serafín Marín e Iván Fandiño no pudoeron hacer nada.
Seis toros de Palha, desiguales de presencia, escasos de raza y difíciles.
Serafín Marín: silencio, silencio y siencio en el que mató por Macías. Arturo Macías: silenio en el único que mató. Iván Fandiño: silencio y silencio.
Plaza de toros de La Maestranza. Más de media plaza. Arturo Macías fue asistido de una "herida por asta de toro en cara interna, tercio medio del muslo derecho que atraviesa el Sartorio y vasto interno, llegando hasta la parte posterior del fémur en una extensión de 20 centímetros. Otra herida con trayectoria hacia arriba y hacia fuera de diez centímetros de extensión, sin lesionar paquete vascular. Pronóstico Grave". Fdo. Dr. Ramón Vila.
Carlos Crivell.- Sevilla
Hacía muchos años que no se anunciaba un torero azteca en los carteles de la Feria de Abril. La última fue en 2002 cuando Zotoluco mató la de Miura. La presencia de Arturo Macías era un detalle de justa correspondencia con la afición mexicana, que apoya y sigue a los toreros españoles.
De Macías se hablaba como un torero valiente. Ya en Valencia sufrió en sus carnes la dureza del toro hispano. Ahora, además, conoce la del toro portugués. Los llamados antiguamente «miuras» de Portugal no dieron la talla; a Macías le dieron una cornada sin apenas poder demostrar sus cualidades.
El torero hidrocálido (natural de Aguascalientes) ya dejó clara su intención de triunfo en el quite al primero por gaoneras. Un hachazo le partió el traje rosa y oro. Se puso un pantalón horrible de color blanco, que en pocos momentos se tiñó de rojo sangre de toro. Pasaportó con decoro al muy feo astado segundo sin nada que destacar. A Macías se le vio parsimonioso, sin prisas, pero después de los pases por la espalda llegó un desarme, para acabar ahogando al de Palha. Quedaba el quinto, toro mejor hecho, engatillado de cuernos y armónico de estampa. No le dio tiempo a nada. En la primera tanda se lo echó a los lomos y el gesto de dolor fue expresivo de que llevaba una cornada.
Se puede decir que Arturo Macías ha quedado inédito en Sevilla. Se intuye que es valiente. Merece otra oportunidad, que ya parece que será en la feria del año próximo.
La sangre del azteca purifica una corrida espantosa en todos los sentidos. La cornada de un torero es la expresión de máxima entrega de un lidiador en el ejercicio de su profesión. De ahí que hacer hincapié en los aspectos negativos del espectáculo, cuando un torero ha derramado su sangre sobre el albero, tiene mucho de crueldad. Pero la Fiesta de los toros no tiene sentido sin el riesgo. Es verdad que aún en este siglo XXI, tan desnaturalizado por tantos motivos, el toro hiere y puede segar la vida de un torero. La sangre de Macías le dio sentido a la tarde, que hasta entonces era de una pobreza extrema, ya por el juego de lo de Palha, y – hay que decirlo – por las carencias puntuales de los diestros.
Es muy duro, en tarde de muslos abiertos, decir que Serafín Marín anduvo sin norte de principio a fin. Las dudas al primero, toro malo, acabaron con las posibilidades de faena. El burraco cuarto era noble y flojo. Pedía templanza, que no apareció en las muñecas del catalán
El tercero tuvo algunas posibilidades. El torero vasco Fandiño dejó muestras evidentes de que posee un buen capote. Es su mejor credencial, según lo presenciado. Tampoco se alió con el Dios del temple, la base del toreo, el que es capaz de llevar embestidas largas y profundas, de forma que el enganchón, que no es bello, presidió su labor. El sexto fue un marrajo. La plaza estaba cariacontecida con la cornada de Macías y no quería más tragedias. Fandiño, al menos, se justificó.
La noticia que se recordará será la cornada. Y debe proclamarse que es una noticia afortunada, porque maquilla lo que fue un festejo pésimo de principio a fin. Fue una sangre purificadora. Gracias a ella, lo que fue soporífero acabó en grandeza, porque el torero herido es la gran verdad del toreo. Si no hubiera heridos, nada tendría sentido.
Todo ello, como queda dicho, con una de Palha bastante mala. Si Cuadri está en la nevera porque lidió malas corridas, a Palha hay que mandarla al congelador. No sólo fue deslucida, sino que salieron toros de poca presentación, como el citado segundo y el tercero, impropios de Sevilla.