Se publican hoy los capítulos V y VI del libro escrito para Sevillatoro por José Luis López. En el primero se abordan las castas fundacionales andaluzas, mientras que en el sexto se trata la casta vazqueña.

V.-  CASTAS FUNDACIONALES ANDALUZAS

La cabaña del toro de lidia se extiende por toda la península Ibérica, pero es sin duda, en Andalucía donde se desarrollan las más importantes de las llamadas Castas Fundacionales, y dentro de Andalucía, tenemos que considerar el pueblo sevillano de Utrera, como la cuna del Toro Bravo, ya que en su término municipal se crearon tres de las cuatro ganaderías denominadas Castas Fundacionales: la Vazqueña, la Cabrera y la de Vistahermosa, que tomaron el nombre de los ganaderos que las crearon, Gregorio Vázquez, Rafael Cabrera y Pedro Luis de Ulloa, primer conde de Vistahermosa.

Junto a la cuarta de las Castas Andaluzas, afincada en el Puerto de Santa Maria, la Casta Gallardo, creada por Francisco Gallardo y Hermanos, fueron tronco del que derivan la mayoría de los encastes actuales.

Estos ilustres ganaderos, fueron los primeros en aplicar unos criterios de selección, sin antecedentes que les avalaran y guiados solo por su sensibilidad supieron hacer los cruces genéticos necesarios y tener la paciencia suficiente, para que a lo largo de los años conseguir unos encastes, que unirían la bravura y la nobleza, del que hoy por hoy, parten la mayoría de los ganaderos de reses bravas.

Hay que resaltar como fundamental, que el primero que relacionó el comportamiento en la plaza de una vaca, con una prueba en el campo, fue Vicente José Vázquez, hijo del creador de la ganadería, quien a partir de entonces, deduce que las características de bravura y el comportamiento de la vaca en la plaza, es heredable y transmisible a sus descendientes. Con estos pensamientos se inician los tentaderos de hembras en la ganadería Vazqueña.

Y hablando del Toro de Lidia, hay que hacer mención especial a Utrera, como he escrito antes, cuna de este toro de lidia que hoy se extiende por toda la geografía taurina mundial y que hace unos pocos años, en 2.005, celebró el 250 aniversario de la creación de una de las Castas Fundacionales más carismáticas, la de Gregorio Vázquez, creada en 1.755.

VI.- CASTA FUNDACIONAL VAZQUEÑA

La ganadería Vazqueña la fundo Gregorio Vázquez en 1.755, si bien su hijo Vicente José, fue quien le dio el impulso definitivo, reuniendo los mejores ejemplares de las ganaderías que por entonces pastaban en el término de Utrera. Así pasaron a engrosar la vacada de Vicente José Vázquez, reses del marques de Casa-Ulloa, Becker y Cabrera, además de Vistahermosa. Esta adquisición, debido a la gran competencia existente entre los ganaderos, fue difícil de realizar, y pudo llevarse a cabo gracias a las argucias comerciales de este simpar ganadero.

Cuando en 1.830, muere Vicente José Vázquez, la ganadería se deshace, y gran parte de ella pasa a ser propiedad de Fernando VII, para su vacada Real de Aranjuez.

Las reses que salieron de Sevilla en Julio de 1.830, con destino a los reales pastos del Jarama, fueron 500 vacas, 100 erales y 35 cuatreños escogidos de lo mejor de la ganadería utrerana, que había competido con las mejores en todas las plazas de España. El resto de la ganadería vazqueña, fue adquirida por otros ganaderos, derivando en otras de gran renombre.

Años más tarde, el Rey Fernando VII, regala ganado a su primo, el Rey Miguel de Portugal, que gracias a esta donación levanta, a principios del siglo XX, la ganadería de la Real Casa Portuguesa, bajo la denominación Duque de Braganza, añadiéndole reses del decimocuarto Duque de Veragua. Este ganado retorna a España en 1.910, de la mano de don Antonio Flores Iñiguez, y tras varias ventas, es adquirido por don Julio A. de la Puerta y Castro a finales de los años cuarenta, cuyos hijos mantienen vacas jaboneras y melocotón de este origen.

En la actualidad, solo existe esta Casta Vazqueña en las ganaderías de Concha y Sierra y Prieto de la Cal (Veragua), considerándose ambas como dos líneas diferentes.

Entre los ejemplares de la Casta Vazqueña se daba una gran variedad cromática, apareciendo prácticamente todas las capas existentes en el toro de lidia: Ensabanadas, Albahidas, Jaboneras, Barrosas, Coloradas, Melocotones, Tostadas, Negras, Castañas, Sardas, Salineras, Cárdenas y Berrendas.

Los toros pertenecientes a la Casta Vazqueña eran de mediano peso y tamaño, algo bastos de lámina, con aspecto aleonado y de excelente trapìo. Muy espectaculares en el primer tercio de la lidia, apagándose en la muleta y defendiéndose constantemente.