En la tarde noche del jueves tuvo lugar en la capital hispalense un nuevo coloquio organizado por el Círculo Cultural Taurino Pablo Aguado, un acto que colgó el ‘no hay localidades’ y que tuvo como protagonista a D. Javier Moya Yoldi, actual ganadero del hierro onubense de El Parralejo. Un foro abierto a socios y no socios para escuchar las ponencias de distintas personalidades del mundo del toro.

Una charla-coloquio que tuvo lugar en el restaurante ‘El Atún’, sede de dicho círculo, el cual contó con una masiva asistencia de aficionados y socios, los cuales participaron de forma directa en el primer acto de este mes de febrero, un foro de debate donde los aficionados al mundo del toro pueden hablar de cualquier tema relacionado con la fiesta de los toros. Tras finalizar el mismo, le fue entregada una placa al ganadero sevillano en agradecimiento por su asistencia.

Comenzó el acto Antonio Rojas, presidente del círculo, antes de darle la palabra a José Moya, ganadero y protagonista de la noche de ayer en esta sede, el cual explicó paso por paso la creación de una ganadería joven, pero con la osadía de codearse con las divisas de mayor enjundia en las distintas ferias donde se anuncia.

Un proyecto ganadero que comenzó su padre de la mano de Borja Domecq y Ricardo Gallardo, personas fundamentales a la hora de echar a andar este proyecto, tan ilusionante. Junto a ellos también está la figura de Rafael Molina, ganadero, gran aficionado al mundo del toro y conocedor del día a día de una explotación de bravo. Sin duda, un baluarte indispensable en este proyecto llamado El Parralejo.

“Rafael es pieza clave en la ganadería” comentaba Javier, “es un hombre leal que siempre ha velado por nuestros intereses, incluso antes que por los suyos propios”. Este joven ganadero al que le vino la ganadería casi sin pensarlo, también tuvo palabras hacia su padre, un hombre al que admira profundamente: “La ganadería fue un sueño de mi padre y gracias a Dios sus animales le hicieron sentirse orgulloso de ser lo que era, ganadero” acabó comentando con orgullo este joven ganadero.

También tocó el tema de la selección, la apuesta por determinados animales y los resultados a corto y medio plazo: “El tomar ciertos riesgos nos llevó al lugar que estamos ahora mismo, eso no quita que cometiéramos errores y nos diéramos más de un batacazo, pero eso nos sirvió para aprender y ganar en experiencia, todo el mundo sabe que en la ganadería nunca 2+2 son cuatro, muchas veces pueden llegar a ser -1 o 5”.

Javier es un ganadero que desde el primer momento se apoyó en Rafael, pilar fundamental de este proyecto ganadero, pese a su juventud dejó claro aquello que se necesita para ser ganadero, algo que según él ha de ganarse con sus acciones y no con la palabra: “Para ser ganadero tienes que tener una dosis altísima de afición, también una tremenda vocación y ese punto de fe y esperanza necesario para no sucumbir cuando pintan bastos. Pero también un ganadero tiene que ser realista con la situación que vive su ganadería y ser responsable, esto tiene mucho de romanticismo, pero las cuentas son las cuentas”.

Desde el fallecimiento de su padre, Javier ha tratado de seguir sus pasos, de implicarse en las labores de la ganadería, sentirse uno más de un proyecto familiar que comenzó su padre: “Estoy agradecido con lo que me he encontrado en este mundo, se nota que aquí se apreciaba mucho a mi padre y eso me enorgullece y me hace dar más de 120% en este proyecto que ya me tiene atrapado. A nadie le resulta extraño que le diga que echo de menos a mi padre, me hubiera gustado aprender más de él como ganadero, pero también es verdad que era un proyecto muy personal de él, espero con el tiempo ganarme el respeto que él se ganó”.

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