Luis Carlos Peris.- Bienaventurado el artista que se hace esperar en una espera esperanzadamente ilusionada. Afortunado ese artista que es un torero, no cualquier torero, que enfada a la gente en las tardes malas por el mero hecho de que no vieron lo que anhelaban ver. Le ha ocurrido a muy pocos toreros a lo largo de la historia que el público esté deseando verlo nuevamente cuando las iras de la bronca aún están en su apogeo. ¿O qué me dicen de que se cree un trofeo a medida de ese artista que tanto se hace esperar? Quien tiene el duro para esa ilusión es el único que puede cambiarlo y a Pepe Luis le bastaron veinte pases en Granada cuando el Corpus para que el runrún continúe y hasta hayan creado un premio de su talla. Ha sido en Madrid y ese premio que no existía y que nació de un recital de naturalidad a la sombra de la Alhambra es la prueba de una ilusión, bendita ilusión.

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